Por Frank David Frías
Molina’s Ferozz es una producción de la Escuela Internacional de Cine de
San Antonio de los Baños, y otras productoras supongo independientes. Cabe
señalar en esta película algunos puntos que afectan, en mi opinión, a nuestra
filmografía desde hace varios años. Barbaridades ajenas a pocos filmes cubanos.
En primer lugar las malas actuaciones, a veces por falta absoluta de talento, y
a veces por la ausencia de un guión interpretable, como los de nuestras
telenovelas o nuestras series llamadas Aventuras. Ni un maestro del desdoble
arregla lo que suele venir con frecuencia tan maltratado en un papel. El cine
se hace con recursos, bien; pero un buen guión solo necesita el talento del
escritor, hojas y un bolígrafo, ni siquiera un ordenador. En segundo lugar los
desnudos innecesarios. Si bien es una película que usa las aberraciones
sexuales como motor impulsor en el desarrollo de un conflicto o varios
conflictos que irán agudizando la trama, hay tetas de más en la cesta,
demasiada azúcar en el flan. Lo peor, risible incluso para mí, son las escenas
con estúpidas maneras de seducción, poco naturales, típicas de la industria
porno (la mujer que se le insinúa al tipo mostrando una parte de su cuerpo como
si fuera una malanga que vende y el hombre le va encima).
Un erotismo que no deja
de ser ridículo a pesar de ir ligado a una serie de inconvenientes, quizá
ideales para la deformación del espíritu. “El imperio de los sentidos”, clásico
japonés del cine erótico, es un excelente ejemplo de cómo, insisto a partir del
guión, llevar lo extraordinario por el imprescindible camino en el arte, de la
verosimilitud. En tercer lugar, no hay música. No sé por qué hay quienes
piensan que esto aporta un mayor sentido de la realidad a una historia
cinematográfica. Si el cine no fuese un guión que depende de un amplio soporte
técnico, en el que la música siempre (desde 1920, donde el cine mudo se
acompañaba de un piano, un órgano, o incluso una orquesta) ha jugado un amplio
papel, sería literatura. Fue en la década de los sesenta y setenta, donde más
se experimentó, sobre todo en proyectos universitarios, con audiovisuales sin
música, al parecer por la baja calidad imperante en la mayor parte de las
producciones de la época. Sin embargo, hay quienes creen que a partir de las
composiciones creadas por Josepf Carl Breil para el moralmente despreciable
filme “El nacimiento de una nación”, de David W. Griffith, la música es tomada
más en serio en la industria. En sentido
general, no absoluto, la música es un elemento inseparable del cine. Un ejemplo
que me viene a la cabeza de excepción, es el excelente corto de terror The
Blair Witch Project, escrito y dirigido por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez y
estrenado en 1999. En este caso no solo se prescindió de la música para da un
sentido intenso de realidad, sino que se pretendió engañar a los espectadores
al intentar hacerles creer que era un documental real sobre un grupo de jóvenes
que desaparecen en 1994 en las colinas negras de Burkittsville, Maryland. Para
lograrlo se apoyaron en una técnica de riesgo llamada “Filmación del
procedimiento”. Recordemos la cinta italiana y también polémica de 1980:
“Holocausto Caníbal”. Otro ejemplo donde la falta de música, aunque algo tiene,
crea un tedio difícil de soportar es la más reciente producción española Caníbal.
Hay otros elementos que empobrecen a Molina’s Ferozz; pero no es justo
señalarlos porque surgen a partir del escaso presupuesto con que se debe haber
llevado a cabo el proyecto. Aunque imagino que se pudo, sino cambiar de ropa a
los personajes, deteriorar más, romper, ensuciar, teniendo en cuenta que
transcurren dos años en la trama. No hay pulóver que dure ese tiempo sin
envejecer, dentro de la ciudad. El colmo es que la historia se desarrolla en
uno de nuestros campos, con toda la rudeza que implica la vida rural.
Lo bueno, porque casi siempre hay algo bueno, es que podemos ver caras
nuevas (por ridículo que parezca este comentario; pero las circunstancias…). Lo
mejor, es la analogía creada entre el cuento “Caperucita Roja” (con varios
elementos de sus versiones populares y hasta la de Charles Perrault, de 1697,
no ya la del final feliz de los hermanos Grimn), y una familia campesina,
perturbada, donde una anciana ha logrado trasmitir a sus hijos y nietos toda su
maldad y desequilibrio. Hay dos caminos para estas víctimas de las típicamente
bíblicas “maldiciones generacionales”: uno corto, y uno largo. Ambos conducen
al infierno a partir de relaciones sexuales entre hermanos; tíos y sobrinas;
brujerías, y por consiguiente pactos directos con el Diablo. Al menos es
diferente en gran parte de su contenido a lo que de manera constante, vemos en
la filmografía nacional. Carecemos de un cine fabulador. No intentamos
diversificar los temas: horror, ciencia ficción, aventura, policiaco,
histórico, musical… Hemos tratado en raras ocasiones, generalmente en el cine
mal llamado pobre, porque aquí no se hace otro cine que no sea ese. Sería en
todo caso, en el más pobre, donde se experimenta o se arriesga más. La mayor
parte de nuestro cine, digamos oficial, se concentra en un gran porciento en la
realidad social y política de muestro país, y casi siempre desde la comedia, y
no sé por qué me viene también el desnudo a la cabeza. Molina’s Ferozz es un
mirada cruda a una serie de monstruos opuestos a los que suelen habitar las
historias infantiles, y a un lobo particular, más acorde al lobo de las
versiones más antiguas, donde este obligaba a Caperucita a comerse a su abuela.
Por supuesto que ante tal lobo no se manda una niña sola al bosque. Por eso
Perrault y luego los Grimn lo irían endulzando, por eso entiendo que a pesar de
todo, algo se puede reflexionar con la realidad que esta película propone.
1 comentarios:
cierra el ano imbecil
nunca te uniras a los crotios
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