miércoles, 21 de septiembre de 2011

El hechizo de Darren Aronofsky

Frank David Frías
“Solo tú misma te interpones en tú camino. Déjate llevar”
El cisne negro
Es la obra todo un ballet macabro, oscuro. Donde la fotografía, en función de la atmósfera, le imprime una poesía que mezcla la belleza destructora que radica en la maldad, con la sutilidad de los fouttés, con el cuello grácil de los cisnes.
Es el filme  una combinación agradable del estilo más refinado de la escuela cinematográfica europea y estad ounidense. Una prueba de esto es el matrimonio que se establece entre el sensacionalismo y el simbolismo, de este último, cabe destacar la escena donde Nina Sayers, de regreso a casa, atraviesa un túnel oscuro (la vida cerrada, sin variantes, en una sola dirección) y una imagen de ella misma lo cruza en sentido contrario, vestida de negro, representando el retroceso hacia las tinieblas, dejando claro la contradicción entre ambas personalidades.
La primera expresión de Nina fue: Anoche tuve el sueño más raro de todos. Estaba bailando el cisne blanco. Era el preludio...cuando Rothbart lanza su hechizo. Y nos sigue dando guiños hasta rayar en la burla (la burla de lo magistral) en el momento que Thomás le dice a Nina frente al hospital donde convalece Beth por el accidente: Estoy seguro que lo hizo a propósito. Porque todo lo que hace Beth le surge de adentro, a partir de un impulso oscuro. Debe ser eso lo que la hace ser tan emocionante. Tan peligrosa. Incluso perfecta a veces. Pero también muy destructiva. En realidad están desnudando a Nina Sayers, por supuesto casi imposible de notarlo sin haber visto la trama en su totalidad.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Historias de la Necrópolis de Colón

Lic. Orquídea Lorenzo Gónzalez
   
LA MILAGROSA

Es una de las historias de amor más bellas y conmovedoras de la necrópolis habanera, que surgió y conllevó involuntariamente a una ceremonia ritual que aún es seguida por miles de devotos. Esta joven pareja, Amelia Goyri y José Vicente Adot, unidos desde la infancia por lazos de afecto y de parentesco tuvieron la censura de su amor dadas las diferencias sociales. El joven, perteneciente a la mediana burguesía, y Amelia, emparentada con la familia del Marqués de Balboa. La oposición se hizo mayor cuando José Vicente decide incorporarse a la Guerra de independencia (1895) donde alcanzó el grado de capitán del Ejército Libertador.
Terminada la guerra pide a Amelia en matrimonio y la suerte lo ayudó escogiéndose el 25 de junio de 1900 para celebrar las bodas de las dos hermanas, María Teresa y Amelia. Según nuestros antepasados, dos bodas juntas eran augurio de desgracia. Y así fue. El 3 de mayo de 1901 fallece Amelia como consecuencia de un ataque de eclampsia, a los ocho meses de embarazo. Dos meses más tarde muere su hermana María Teresa.
Fue un duro e insuperable golpe para José Vicente, quien encargó al escultor cubano José Vilalta y Saavedra una estatua de Amelia en la que se reprodujera lo más fielmente posible su rostro y para ello envió una fotografía al artista. La escultura se emplazó en un extremo de la bóveda en 1909.
 
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