El impredecible futuro del sol que nacía

El impredecible futuro del sol que nacía

Por Frank D. Frías

Al parecer, para olvidar un clima gris y siglos de costumbres estrictas, la vieja Capital del Este (Tokio), se ha entregado por completo al insomnio. Caminar por sus calles de madrugada es como hacerlo a las tres de la tarde, dejando poco espacio a la intimidad una ciudad atestada de gente y alcohol. Cuando viajas en el metro, lo mismo si lo abordas en la estación de Tokio, o en las de Yuracucho, Otemashi, Nijubashimae o Hibiya, lo encuentras incómodo por la enorme cantidad de viajeros, al punto de no poder moverte diez centímetros. Por otro lado, el ambiente en los vagones es pura cerveza, vino o líquidos más duros. Pero, al menos para mí, las imperfecciones quedarían saldadas con la belleza del Maru No Uchi (Centro de Negocios), o del A sakusa – Shitamachi (zona antigua y de templos de arquitectura excepcional) o, como no mencionarlo, el parque Ueno (con todos esos cerezos que lo hacen tan famoso, con el grupo de museos que lo rodea y el mercado de Ameyoko, una de las plazas fieles a la tradición culinaria del país), si la nueva generación no se diera tanto al culto de la imitación.
Invierten hasta el último yen por vestir la prenda que vaya a tono con el glamour occidental, pero incluso esto y las subculturas (punk, frikis, góticos y, aunque no lo crean, la ahora creciente adoración por Lady Gaga; un gran número de chicas se visten como ella e intentan comer lo mismo, caminar igual y usar las mismas frases de la cantante) no merece el escándalo, cuando un lado macabro infecta a la capital. El asunto es que tanta adolescencia prolongada los empieza a llevar más allá de las muñecas sexuales y los prostíbulos donde pagas por tener sexo con una nena de látex o silicona, ahora está de moda tener sexo con niñas. Y EL GOBIERNO LO PERMITE. Hay anuncios comerciales con la imagen de una niña, o más de una, enseñando su ropa interior (porque está prohibido, eso sí, que muestren sus partes íntimas). Además de encontrarse en pósteres, se les halla en revistas y hasta en los costados de transportes comerciales. La pornografía está prohibida pero la encuentras en cualquier lugar, incluyendo los mangas, pornografía infantil en dibujos animados. Escenas comunes de estos mangas son las de profesores, bien mayorcitos, teniendo sexo con alumnas de seis, siete y hasta nueve años de edad. Y otras incluyen la violación, el snuff , de niñas y adolescentes. En la actualidad tienen muchos restaurantes donde las dependientes se visten y se peinan como niñas. Los japoneses llevan por costumbre no quejarse casi por nada, sin embargo, esto supera mis expectativas. Y al final tanto Open Mind o libertinaje no mejora el índice de suicidios: 3000 al mes, aproximadamente. En fin, ojalá el tema fuese el cambio de la Yukata o el Junihitoe por Nikes.

¿A dónde fue el honor de los antiguos samuráis? 

Y el emperador, como siempre, sin abrir la boca.