No eran los noventa años ni todo lo que ello implica, es decir: más sabe el diablo por viejo… Era, un silencio en la mirada que se proyectaba al piso y sólo de vez en cuando la levantaba para mover los labios Agua, por favor, un vaso de agua. No era, lo que me molestaba, verme recorrer el pasillo con la copa y la jarra y deseando, siempre, que acabase de brincar el muro que aún se alarga por Zapata, y se fuera a inhalar el pastel de fosas y gusanos y cucarachas, el maldito postre grajeado de osamentas. Era, además del silencio en la expresión, una baba estirada del mentón a la silla, un olor a orine y a mierda y a escara.
viernes, 30 de marzo de 2012
martes, 13 de marzo de 2012
Los rostros de Jack I
Mary Ann Nichols. La primera víctima.
Por Frank D. Frías
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Mary Ann Nichols |

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